La entrada del siglo XXI evidenció el tropiezo de los modelos tradicionales con los nuevos paradigmas. La tecnología y las nuevas tendencias de la acción colectiva lo modificaron todo en el mundo. El choque social se dio entre los viejos principios y el principio de realidad.
El principio de realidad indica que el poder ya no debe ser concebido desde el autoritarismo, sino desde la mediación y la conciliación. Ya no se habla de electores que tienen voz y voto cada periodo de tiempo, sino de ciudadanos que deciden todos los días y a cualquier hora. Los liderazgos dejaron de ser exclusivos de los políticos y el poder de las ideas ahora le pertenece a la ciudadanía, a la sociedad civil y a la inteligencia colectiva.
Si bien entramos en la era de la desinformación, la mediocridad y el cansancio por la política tradicional, el uso de la tecnología puso contra las cuerdas la forma tradicional de relacionarnos con lo público, permitiendo una interacción más dinámica entre la ciudadanía y el Estado. No hay duda que el acceso a la información desde internet garantiza mayor transparencia y otro tipo de diálogo con los políticos y funcionarios públicos. El uso de las redes sociales activó a la ciudadanía para que su incidencia tenga efectos a nivel global y local, más allá de los ámbitos nacionales.
En la medida que el pensamiento se consume en valores lineales, unidimensionales y de confrontación ideológica, nace el Pensamiento Diagonal como una respuesta transversal y pragmática que supera el agotamiento ideológico de la izquierda y la derecha.
Nuestras sociedades están en constante cambio y renovación, no podemos estancarnos en idearios políticos que fueron desarrollados para sociedades con otras circunstancias y costumbres. Pasamos a un nuevo pensamiento, generamos consensos, dialogamos, deliberamos, conciliamos, creamos agendas de mínimos, buscamos intereses compartidos, trabajamos en red y usamos la nueva tecnología.
Ante los desgastes que evidencia la izquierda y la derecha; tenemos la energía y la convicción de que es necesario realizar un cambio para que nuestro país y los países en los que residimos avancen acordes a las realidades cotidianas de sus ciudadanos y a las circunstancias actuales de nuestras sociedades.
El pensamiento diagonal no adivina un futuro como lo prometen los partidos políticos, los gobiernos o las ideologías tradicionales, pero sí predice que con inteligencia colectiva y uso adecuado de las tecnologías, ese futuro será mucho mejor.
El Pensamiento Diagonal emerge gracias al interés de contribuir, influir, incidir, participar y generar procesos de cambio tanto en países de origen como de destino. Es una mirada de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera que la da poder a las ideas y a la experiencia para solucionar problemas concretos y con valor público.
El Pensamiento Diagonal busca incidir en las agendas públicas, privadas, académicas y del sector organizacional. Para ello pone especial interés en la deliberación y los debates, respaldándose en el poder de las ideas y la capacidad para innovar y evolucionar. Como el Caballo de Troya, busca penetrar cualquier muralla por difícil que sea, siendo el objetivo incidir para transformar.
Nota: Este artículo toma ideas de Claudia Reyes-Moreno y Javier Urrea Cuéllar.
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